
La canela nos acompaña desde los tiempos de la Biblia, tanto en la mesa como en la cama...
Pero hay textos chinos e indios aún anteriores, que dan instrucciones detalladas para su uso en medicina y como estimulante amoroso.
Y es que la canela quizás sea el único afrodisíaco natural reconocido como tal en medicina, ya que se sabe que aumenta el flujo sanguíneo, especialmente en el área abdominal y pélvica: cuanto más mejore el suministro de sangre a la “zona baja”, más se facilita la excitación y el desempeño amatorio.
En este sentido, hace unos años se realizó un estudio científico que descubrió que los hombres respondían con más fuerza al aroma de los bollos de canela horneados que a cualquier perfume (una combinación del aroma de pastel de calabaza con lavanda también fue un éxito).
La canela en la tradición judía
La canela se menciona explícitamente en la Biblia ya en el libro de Shemot (Exodo) con respecto al aceite utilizado para ungir los utensilios y a los Kohanim:
“Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta” (Shemot/Exodo 30 – 23)
Rashi explica este pasaje comparando a la canela con la corteza de los árboles: algunos son fragantes, mientras que otros son como la madera ordinaria. Por lo tanto, la Torá necesitaba decirnos que usáramos la fragante.
Y tenía razón: de todas las especies de canela, el Zeylancium es el más aromático., además de ser el más caro y el más sabroso con platos dulces.
La canela nunca creció realmente en tierras de Israel, pero eso no impidió que los Sabios de Israel demostraran un alto aprecio por ella:
Rachba en nombre del rabino Yehuda dice que “los árboles en Jerusalén eran de canela. Si ardieran la fragancia cubriría todo el país”. (Shabat 63a)
Rav Huna, en nombre del rabino Yosi, dijo que en Israel “crecerían árboles de canela, y las cabras y ciervos podrían alcanzar las copas y comer de ellas“. (Bereshit Rabah 65)
En la actualidad, la canela se está incorporando en el seder de Pesaj en forma independiente del jaroset para simbolizar espiritualidad, sanación y amor, de cuya combinación se obtiene aceptación.
De este modo, se está transformando junto con la naranja en símbolo de inclusión, sobre todo de la comunidad LGBT+.