La salud antes que la religión, la receta de un rabino del siglo XIX contra las pandemias

La salud antes que la religión, la receta de un rabino del siglo XIX contra las pandemias

Rabi Israel Salanter, fundador del movimiento Musar, comió públicamente en Iom Kipur para dejar en claro que la salud está por encima de los preceptos religiosos…

El rabino Israel Salanter fue un reverenciado rabino del siglo XIX y fundador del movimiento Musar, que alienta la práctica del refinamiento del carácter y el desarrollo ético personal.  Y también se hizo a conocido por su respuesta a la pandemia de cólera que se cobró innumerables vidas en varios continentes entre 1846 y 1860.

El rabino Salanter era un joven estudioso de la Torá cuando la epidemia golpeó a Vilna, el corazón de la Lituania judía, en el verano de 1848.

Salanter centró todas sus energías en salvar vidas durante la pandemia. Se involucró fuertemente en los esfuerzos de ayuda y reclutó activamente a sus estudiantes de ieshivá para que salieran a la calle y cuidaran a los enfermos.

Incluso alquiló un edificio para que sirviera de hospital, con 1500 camas, y recaudó fondos para atender a los enfermos.

La ley judía permite la violación de todos los preceptos -excepto tres- para salvar una vida (Pikuaj nefesh). Salanter alentó activamente a que los miembros de la comunidad lo hicieran si era necesario, especialmente las leyes de Shabat y la observancia de la kashrut.
Salanter también abogó por relajar ciertas leyes sobre el duelo, para evitar debilitar a los dolientes y que eso los volviera más susceptibles a las enfermedades.

Uno de las preocupaciones centrales de Salanter durante este período fue lograr que se obedeciran las órdenes de los médicos. 
Por ejemplo, cuando los médicos prohibieron comer pescado, Salanter declaró que cualquiera que lo hiciera podría también comer cerdo.

Pero quizás el incidente más dramático de este período ocurrió durante las Altas Fiestas de 1848. Salanter sintió que el ayuno en Iom Kipur pondría vidas en peligro y que morir tratando de observar el ayuno será una profanación de los valores judío.

Aunque no tenía ningún puesto oficial en el rabinato de Vilna, en la víspera de Iom Kipur colocó proclamas en todas las sinagogas pidiendo a la gente que no ayunara, que acortaran los servicios de la sinagoga, que salieran a caminar y que se ayudaran unos a otros en todo sentido.
Pero como todavía  preocupado de que no fuera suficiente y que la gente no siguiera sus instrucciones, se paró frente a una sinagoga con vino y pastel, dijo el kidush y comió frente a todos. 
Algunos miembros de la sinagoga lo increparon, y otros insistieron en que cada persona decidiera lo que hacer junto a su  médico.

Pero Salanter no se acobardó: permaneció en su lugar hasta que todos en la sinagoga hubieran comido. Según algunos relatos, luego se dirigió a otras sinagogas de la ciudad para alentar a los fieles a comer.
Cualesquiera que sean los detalles, no hay duda de que Salanter pagó un precio por sus acciones. La comunidad judía estaba alborotada. Salanter trató de hacer valer su autoridad al pronunciar un complicado discurso talmúdico que mostraba su brillantez, pero no está claro qué tan bien funcionó. Según un testimonio histórico, Salanter ya no se sintió bienvenido en Vilna y se vio obligado a irse poco después.
Pero Salanter siguió orgulloso de ese momento por el resto de su vida. Creía que se habían salvado vidas y no había motivo para arrepentirse. En una carta que escribió algunos años después, durante otra ola de la epidemia de cólera, reiteró su postura básica al respecto: “Ahora que esta enfermedad se ha extendido por la tierra… esta es la enseñanza para el hombre, y el camino del sentido común: no temerle en absoluto, porque… quien sabe si el camino de uno es el correcto? 
Uno también debe prestar atención a las instrucciones de los médicos, a la luz de cuyas palabras caminaremos, incluso según la ley [la Torá], y para establecer la vida de este mundo para bien y para mejor. Porque la experiencia nos ha enseñado que en días pasados, cuando la enfermedad se extendió mucho, que quienquiera que asumiera la carga de las órdenes del médico en su dieta, etc., estaba libre de los signos de la enfermedad, que el cielo nos proteja
“. (Or Israel, carta # 22)