El secreto del “roiter”: los pelirrojos en la historia judía

El secreto del "roiter": los pelirrojos en la historia judía 1

En Israel los llaman “gingi”, pero siempre los conocimos como “roiter”. Con el nombre que sean, la conexión judía con el cabello rojo es más bien compleja…

Las primeras aparentes referencias a judíos pelirrojos aparecen, como era de esperar, en el Tanaj, la Biblia hebrea. Dos personalidades conocidas, Esaú y David, se describen como “admoni”, que significa rojo o rubicundo (Génesis 25:25; 1 Sam. 16:12, 17:42.)
Algunos comentaristas pasaron rápidamente de “admoni” a pelirrojo, pero las cosas no son tan sencillas. 
Con respecto a Esaú, el texto sugiere que estaba cubierto de pelo rojo por todas partes, pero “admoni” también sirve como un juego de palabras para Edom, cuyos habitantes se decía que eran descendientes de Esaú (Génesis 36: 9).

Cuando se usa con respecto a David, la referencia es aún más oscura y no involucra claramente el cabello. Más bien parece sugerir una tez rubicunda.

Sea como sea, estos dos casos de cabello rojo, si eso es lo que son, parecen situaciones aisladas en el Tanaj, y no son particularmente indicativas de nada en especial respecto al cabello rojo. Por el contrario, el cabello negro se consideraba normal, y estaba incluso idealizado (Eclesiastés 11:10; Cantar de los Cantares 5:11.)
La arqueología, por su parte, parece confirmar la existencia de pelirroj@s en el antiguo Israel. En 2000, James Tabor entró  a una tumba de tres niveles del siglo I recién descubierta al sur de Jerusalén.
En el interior encontró no solo restos esqueléticos de un varón judío, sino una cabello bien conservado. Y el color del cabello era “rojizo”. De modo que la noción de judíos pelirrojos durante los tiempos bíblicos puede haber sido más que un recurso literario de la Biblia.

Muchos siglos después, en el teatro y la literatura inglesa, dos judíos fueron retratados con el pelo rojo. El Shylock de William Shakespeare se representaba a menudo con el pelo rojo en las producciones de El mercader de Venecia.
Y el Fagin de “Oliver Twist” de Charles Dickens tenía el cabello rojo natural.
Si bien el antisemitismo prevaleciente en Inglaterra durante esos tiempos no se puede negar, los textos mencionados no parecen establecer una conexión entre el cabello rojo y la antipatía hacia los judíos.

Los judíos también han tenido sus propios pelirrojos de ficción posbíblicos. En el folclore idish, “di royte yidn” eran guerreros fuertes, valientes e independientes y podían rescatar a sus correligionarios de cualquier persecución que estuvieran sufriendo en el momento.
Dejando la religión y la literatura de lado, el cabello rojo no era ni es es un rasgo predominante de los judíos.
El color del cabello, como otros rasgos, está determinado genéticamente y, en este caso, por la producción y regulación de dos pigmentos por el gen del receptor de melanocortina 1 (“MC1R”) que se encuentra en el cromosoma 16. 
Pero el MC1R no es como el “Cohen Modal Haplotype” que permite que los cohanim remonten su linaje 2.500 años atrás hasta el período del Segundo Templo.

Tampoco se encuentra de manera desproporcionada entre los judíos, tales como las mutaciones de los genes BRCA1 y BRCA2, relacionadas al cáncer de mama y de otros órganos.

El gen MC1R parece ser recesivo. Por lo general, para que un individuo nazca con cabello rojo, ambos padres deben ser portadores del gen MC1R.
Este gen se relaciona cno dos pigmentos, eumelanina y feomelanina y, en general, cuanto más de este último, más rojo es el cabello.

Pero el MC1R también es bastante variable y puede estar sujeto a ser influenciado por diversos factores modificadores. De hecho, según los especialistas la genética del color del cabello es “complicada”.

Si bien el color del cabello humano varía enormemente, desde el rubio más claro hasta el negro oscuro, el cabello rojo se manifiesta solo en aproximadamente el 1% de los seres humanos en todo el mundo.

Las personas con cabello rojo se pueden encontrar en todo el planeta, pero las mayores concentraciones se encuentran en las poblaciones del norte de Europa y, en particular, en Escocia e Irlanda, donde el 13% y el 10% respectivamente de la población es pelirroja.

Una teoría explicativa es que la aparición del cabello rojo en esas áreas permitiría la producción de vitamina D en circunstancias de poca luz solar y radiación ultravioleta.
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