
La prueba de origen israelí indica las probabilidades de deterioro, en una escala de 0 a 100
A los pacientes se les saca una gota de sangre, una enfermera la pone en un cartucho que parece el control remoto de un televisor que se coloca en una máquina portátil, y en 15 minutos los resultados se muestran en una pantalla.
La máquina da los resultados en una escala entre 0 y 100: cuanto mayor sea el número, mayor será la probabilidad de deterioro hacia una enfermedad severa.
La tecnología usada para la prueba de severidad de COVID-19 se basa en una anterior desarrollada por MeMed para determinar la causa de las “narices tapadas” infantiles.
Básicamente, se trata de un sistema destinado a determinar por qué un niño está resfriado, e indicarle a los médicos si se trata de una infección bacteriana que necesita antibióticos o de una infección viral que solo necesita sopa de pollo.
Ya se está usando en algunos centros médicos israelíes y está comenzando a implementarse en Europa.