Los médicos del gueto que dominaron una epidemia

Los médicos del gueto que dominaron una epidemia

¿Cómo hicieron los médicos del gueto de Varsovia para terminar con la epidemia de tifus pese al hacinamiento y el riesgo de inanición…?

Esta es una de las más extraordinarias historias médicas de todos los tiempos. Y lo dice nada menos que Howard Markel, el historiador de la medicina que acuñó el término “aplanar la curva”.

Debemos encontrar aliento e inspirarnos en el coraje, la valentía y la unidad de médicos, enfermeras y pacientes por igual para combatir a un enemigo infeccioso. Necesitamos hacer eso hoy, y ellos lo hicieron en circunstancias mucho más graves”, dijo también Markel en una entrevista reciente.

Y tiene razón:

450.000 personas hacinadas en un área de aproximadamente 2 km cuadrados: diez veces la densidad de las ciudades modernas más superpobladas. Casi sin agua ni jabón, y con raciones de comida insuficientes para permitir la vida.

Ese era el gueto de Varsovia en 1941: un caldo de cultivo ideal para el tifus, que no se hizo esperar. 

Según la OMS, es especialmente probable que surjan “epidemias explosivas” de esta enfermedad cuando las personas viven en condiciones de hacinamiento y con poca higiene.  

La enfermedad causa fiebre alta, escalofríos, tos y dolor muscular intenso, y es mortal en aproximadamente el 40% de los casos si no se trata, según la misma OMS.

El tifus comenzó a extenderse a velocidades siderales por las calles del gueto a comienzos de 1941. Decenas de miles de personas enfermaron y se encontraron al borde de la muerte.

Y todavía estaba por llegar el invierno, cuando la enfermedad es más virulenta.

Los nazis bloquearon la entrada de alimentos y suministros. Miles de personas comenzaron a morir de hambre y los sobrevivientes, con sus defensas por el piso, era mucho más susceptibles a enfermar gravemente por enfermedades infecciosas.

Y luego, inexplicablemente y a pesar de las condiciones ideales para la propagación del tifus, la enfermedad comenzó a disiparse a fines de octubre de 1941

En noviembre, la aparición de nuevos casos había disminuido en aproximadamente un 40%, y el brote de tifus terminó afectando a solo aproximadamente el 10% de la población, a pesar de la llegada del invierno.

Los historiadores se quedaron sin explicaciones y los testimonios de la época hablaron de un milagro.

Hasta que un equipo de biomatemáticos de la Universidad de Tel Aviv encontró la probable respuesta al misterio: distanciamiento social, higiene y educación. 

Entre los judíos y romaníes encerrador por los nazis en el gueto, se encontraban unos 800 médicos y miles de enfermer@s y otros profesionales de la salud.

Esos profesionales sabían que el tifus se transmite por los piojos, y se puede detener mediante una buena higiene y distanciamiento social, e iniciaron un programa de gran alcance que incluía conferencias, la apertura de una escuela secreta de medicina y llamamientos a la distancia social.

Hubo cientos de conferencias públicas sobre la lucha contra el tifus y las epidemias. Se creó una universidad subterránea para capacitar a jóvenes estudiantes de medicina, y se emprendieron estudios científicos sobre el fenómeno del hambre y las epidemias.

Se fomentó la limpieza de edificios y apartamentos y, a menudo, se obligó a cumplir con las normas.

El distanciamiento social fue considerado por todos como algo de básico sentido común, aunque no fue impuesto en forma forzosa, y se impuso la cuarentenas de las personas infectadas, tanto como era posible en las condiciones del gueto.

Como resultado, el autoaislamiento en el hogar se puso en práctica, aunque no de manera integral.

Por último, el Departamento de Salud y el Consejo de autogobierno del gueto desarrollaron programas y medidas de saneamiento muy complejas y planificadas con el objetivo de erradicar el tifus.

Esfuerzos de ese tipo, bajo las condiciones de la vida en el gueto, fueron calificadas de “medicina sobrehumana” después de la guerra. 

Los resultados fueron extraordinarios: según los modelos matemáticos de los investigadores de la Universidad de Tel Aviv, más de 300.000 deberían haber contraído la enfermedad en el gueto, tres veces más de las que realmente enfermaron.

Pero fue una historia sin final feliz:

Unas 30,000 personas murieron directamente de tifus en el gueto, y 83.000 sucumbieron a la combinación de hambre, tifus y otras enfermedades. 

Y los sobrevivientes fueron enviados por los nazis a la muerte en las cámaras de gas de Treblinka. 

Referencias:

Extraordinary curtailment of massive typhus epidemic in the Warsaw Ghetto , Lewi Stone, Daihai He, Stephan Lehnstaedt, Yael Artzy-Randrup et al.
Science Advances  24 Jul 2020: Vol. 6, no. 30, eabc0927
https://doi.org/10.1126/sciadv.abc0927