Consejos de Asher ben Iejiel para una vida buena

Consejos de Asher ben Iejiel para una vida buena

Estos consejos para llevar una vida buena no han perdido nada de actualidad pese al paso de los siglos…

Asher ben Iejiel, también llamado el Rosh, o Rabenu Asher, fue considerado una de las máximas autoridades rabínicas de su tiempo. Han pasado 700 años desde que escribiera estos consejos en su obra Orjot Jaim (Los caminos de la vida), pero su actualidad sigue intacta: No seas presto a pelearte; evita los juramentos y las adjuraciones apasionadas, el exceso de risa y los estallidos de la ira; trastornan y confunden la razón del hombre.

Evita todo trato en el que haya una mentira. 

Siega debajo de tí todos los soportes meramente humanos y no hagas del oro el primer afán de tu vida, porque éste es el primer paso a la idolatría.

Da más bien moneda que palabras; y en cuanto a las malas palabras, ve de colocarlas en la balanza de la comprensión antes de que salgan de tus labios.
Lo que ha sido dicho en presencia tuya, aun cuando no se haya dicho como secreto, no dejes que pase de ti a otros. Y si alguien cuenta una historia no digas que ya la has oído antes.

No fijes demasiado tu mirada en el que está muy por encima de ti en riquezas, sino en aquellos que están detrás de ti en fortuna terrena. 

No pongas a nadie en vergüenza; no emplees mal tu poder contra nadie; ¿quién puede decir si algún día no estés, a tu vez, sin fuerzas?

No luches con vanagloria por el menguado triunfo de mostrarte a ti en lo correcto y al sabio en el error; no por ello vas a ser el más sabio, ni por asomo.

No seas colérico ni desatento con nadie por bagatelas, no te crees enemigos innecesariamente. `

No niegues nada por mera obstinación a tus conciudadanos; más bien somete tu voluntad a sus deseos.

Evita, en cuanto sea posible, los hombres malos, los hombres de sentimientos persistentemente coléricos, y a los estúpidos; de su compañía no puedes lograr nada más que vergüenza.

Sé el primero en brindar una cortés acogida a todos, cualquiera que sea su fe; no provoques la ira de nadie de distinta creencia que la tuya.