Rabi Goode y los cuatro capellanes héroes del Dorchester

Guerra de las galaxias

El 3 de febrero de 1943, fallece Rabi Alexander D. Goode junto a los otros tres capellanes que dieron sus vidas para salvar a los soldados a bordo del Dorchester, barco de los Estados Unidos torpedeado por un submarino alemán

El rabino Alexander D. Goode fue uno de los cuatro capellanes que dieron su vida en esta fecha de 1943 para salvar a los tripulantes del barco estadounidense Dorchester cuando fue torpedeado por un submarino alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

Fue ordenado en 1937 en el seminario reformista de Cincinnati, y obtuvo un doctorado en la universidad Johns Hopkins en 1940.

Goode se unió al ejército estadounidense como capellán en 1941.

Cuando el Dorchester fue torpedeado poco después de la medianoche, cientos de soldados corrieron hacia los botes salvavidas, varios de los cuales habían sido dañados y no eran reparables.

Los cuatro capellanes ayudaron a poner orden en cubierta, distribuyeron los chalecos salvavidas hasta que se terminaron, y luego cedieron los suyos a los otros marineros.

Una vez que los botes salvavidas se llenaron y fueron bajados al mar, los capellanes elevaron plegarias por los hombres que no habían podido escapar del barco, que se hundió en menos de media hora con 672 hombres todavía a bordo.

Los testigos dicen haber visto a los cuatro capellanes en cubierta, rezando con los brazos entrelazados.

Los otros tres capellanes fueron el ministro metodista George L. Fox, el sacerdote católico romano John P. Washington, y el ministro de la Iglesia Reformada Clark V. Poling.

Se los conoce también como “los capellanes inmortales” y “los capellanes del Dorchester”. Recibieron póstumamente la medalla al servicio distinguido, la segunda condecoración en importancia en los Estados Unidos.

Este vídeo los recuerda:

Mientras nadaba alejándome del barco, miré hacia atrás. Las bengalas lo iluminaban todo… lo ultimo que vi fue a los cuatro capellanes allá arriba, rezando por la seguridad de los tripulantes. No los volví a ver. No tenían oportunidad sin sus chalecos salvavidas”.
– Grady Clark, sobreviviente