¿Cómo era el feminismo en el siglo XV?

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Descubren un Sidur (libro de oraciones judío) del Renacimiento “con perspectiva de género”, que pone en pie de igualdad a hombres y mujeres ante la experiencia espiritual de la plegaria

Escrito en 1480, es uno de los tres Sidurim (libros de oración) “feministas” escritos por el escriba Abraham Ben Mordejai Farissol, quien cambió una de las bendiciones más polémicas de toda la liturgia hebrea y la adaptó para las mujeres. Son dos sidurim compuestos en hebreo, en 1478 y 1480, y otro en 1485 en judeo-provenzal.

Estos libros de oración representan, según l@s especialistas. la primera evidencia tangible de una “experiencia femenina” de la oración.

Hasta el día de hoy, la mayoría de los hombres ortodoxos recitan una bendición durante la oración de la mañana que da gracias a Dios “por no haberlos hecho mujeres”. En su lugar, la mayoría de las mujeres observantes una bendición agradeciendo a Dios por haberlas hecho “de acuerdo con su voluntad”. 

Esta tradición ha sido desterrada hace mucho en las corrientes no ortodoxas del judaísmo, y su abolición es una de las grandes banderas de las activistas feministas ortodoxas.

Pero hace más de 500 años, en los tres sidurim de Farissol se leía: “Bendito seas Dios nuestro, Rey del Universo, porque me has hecho mujer y no hombre”. En otras bendiciones, los términos que en hebreo están en masculino se cambian al género femenino.

Con esta elección del lenguaje, Farissol se está dirigiendo de manera singular a mujeres que saben hebreo, adaptando la liturgia “en femenino”.

Según los colofones, de los cuales, por alguna razón, se borraron los nombres de los hombres que encargaron los libros, estos sidurim eran regalos de boda, uno de un hombre a su esposa y el otro de un hermano a su hermana. El tercer ejemplo es una traducción completa al judeo-provenzal del libro de oraciones, también entregada como regalo de bodas por un hombre a su hermana.

Farissol fue mucho menos un reformador que un producto de la sociedad renacentista italiana, en pleno despertar intelectual e ideológico: después de su nacimiento en Aviñón, Farissol se mudó a Ferrara, Italia, y luego trabajó en Mantua.

En particular, en Mantua, vivían varias mujeres de alto perfil que tenían la educación necesaria para cruzar las fronteras tradicionales, con oposiciones de algunos hombres y apoyo de otros.

En Mantua, por ejemplo, las mujeres judías recibieron -después de pasar los procesos de certificación necesarios- licencias oficiales para faenar animales ritualmente (shejitá).

Otros ejemplos: Fioretta (Batsheva) Modena, que estudió Torá, Mishná, Talmud, Midrash, Halajá, Rambam, Kabbalah y Zohar. O Pazienza Pontremoli, que mantuvo correspondencia con Isabel Gonzaga d’Este, la marquesa de Mantua. En su correspondencia recurren a la literatura rabínica y clásica. Y Madame Europa, música en la corte del duque de Mantua.

Aparte de su trabajo como escriba, Farissol era una personalidad bien conocida en Ferrara, y fue elegido por los judíos para representar a la comunidad en una “disputa” obligatoria con dos monjes dominicanos sobre la teología del judaísmo, ante el duque Ercole d’Este. Una diversión de la corte común en la época que era para los judíos, como dijeron otros italianos siglos después, “una invitación que no podían rechazar”…

Además de varias obras teológicas, Farissol también fue uno de los primeros reporteros del mundo judío: escribió el primer relato geográfico moderno en hebreo, llamado “Igeret Orḥot Olam”, cuyos 30 capítulos incluyen relatos sobre las 10 tribus perdidas y el recién descubierto Nuevo Mundo. .

Para saber más:

Howard Tzvi Adelman, Women and Jewish Marriage Negotiations in Early Modern Italy: For Love and Money, Routledge, 2017