La Semana Trágica, el pogrom ninguneado

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En enero de 1919 cientos de judíos fueron asesinados en Buenos Aires por el solo hecho de ser judíos. Pero muchos “estudiosos” del tema no se dieron por enterados…

El 7 de enero de 1919, los obreros de la metalúrgica Vasena entran en huelga. 

En respuesta, las fuerzas armadas del gobierno de Hipólito Irigoyen disparan contra los trabajadores, asesinando a cinco e hiriendo a cuarenta obreros.

Así se inicia la llamada “Semana Trágica”, cuyo centenario ha sido olímpicamente ignorado por la mayoría de los medios de comunicación argentinos (aunque no es que antes la recordaran mucho, tampoco).

Pero la Semana Trágica no fue solo, ni siquiera principalmente, un levantamiento de la clase obrera. Al menos no en lo que a sus víctimas se refiere.

La asociación de “obreros” con “anarquistas/socialistas/maximalistas”, de estos con “rusos”, y de “rusos” con “judíos” (que ya se venía incubando desde mucho antes) pronto desencadenó un verdadero pogrom sin nada que envidiarle a aquellos de los que huían los inmigrantes judíos.

En la Semana Trágica murieron entre 200 y 1300 personas, según distintas fuentes (ninguna oficial, porque el gobierno argentino de la época nunca proporcionó ningún dato), y miles y miles fueron heridos y/o arrestados.

Muchos de ellos, y en forma totalmente desproporcionada, judíos.

El carácter antisemita de gran parte de los hechos de la Semana Trágica fue reconocido por todos los políticos y la prensa de izquierda de la época: para todos quedaba claro que gran parte de las víctimas eran judías, y por el solo hecho de serlo.

Pero con el tiempo, las cosas cambiaron. Sea por influencia (o mandato) del “negacionismo soft” estalinista, sea por otro motivo que se nos escapa, el antisemitismo de la Semana Trágica pasó a ser cada vez más relegado por los historiadores, ensayistas, divulgadores y periodistas de izquierda que se ocuparon del tema (con honrosas excepciones).

En algunos casos, se trató de omitir toda mención al antisemitismo y a sus víctimas judías. En otros, se lo relegó a un pie de página ( a un “detalle de la historia”, como diría Jean Marie Le Pen).

En otras, por último, se les niega a los judíos en cuanto tales su condición de víctimas, subsumiendo el antisemitismo dentro de categorías como “represión de la clase obrera”, “de las masas populares”, etc., y haciéndolo desaparecer como hecho histórico y categoría de análisis.

Esta postura tiene una perturbadora similitud con la de los perpetradores. Unos decían que perseguían a los judíos porque “todos los judíos son ‘revolucionarios'”. Y los otros, que los perseguidos eran todos obreros/activistas sindicales/militantes populares: es decir, que los judíos perseguidos eran todos… ‘revolucionarios’.

Esta situación ha comenzado a cambiar un poco en los últimos años -gracias sobre todo al periodista Herman Schiller-, y el antisemitismo ha vuelto a representarse nuevamente como hecho central de la Semana Trágica, aunque sin reconocer aún que la mayoría de los judíos fueron víctimas solo por ser judíos, independientemente de sus opiniones políticas, clase social o activismo sindical.

Para pasar un poco en limpio todo esto, reproducimos algunos testimonios, estadísticas e informes contemporáneos a la Semana Trágica:

…salvajes eran las manifestaciones de los ‘niños bien’, que marchaban al grito de ‘¡Mueran los judíos!’, ‘¡Muerte a los extranjeros!’, ‘¡A los maximalistas‘”…. “Refinados, sádicos, torturaban y programaban orgías… Detienen a un judío y luego de los primeros golpes comienza a brotar un chorro de sangre de su boca; acto seguido le ordenan cantar el Himno Nacional. No lo sabe; lo liquidan en el acto” (Pedro Wald, Pesadillas).

El 10 de enero fue “el día de los asaltos y la noche de las hogueras” (Di Presse, 15 de enero de 1919). Ese día son asaltados las sedes de la organización bundista Avangard, la sionista Poalei Tzion, los centros de obreros y panaderos judíos (que funcionaban en la sede de Poalei Tzion), la Asociación Teatral Judía. “Todo lo que había en los mencionados locales fue arrojado a la calle y quemado… mientras ello ocurría, la guardia civil azotaba y robaba desde los enseres domésticos hasta la ropa de dormir… el cuadro era observado pasivamente por la policía montada, en perfecta formación” (Di Presse).

Samuel Muller salió a las 12 menos cuarto del día 10 a comprar leche… comenzó a perseguirlo un oficial de la comisaría 9a. que… le disparó un balazo que fue a herirle en la región lumbar derecha… En aquel momento el oficial exclamaba ‘así vamos a matar a todos tus paisanos’… Muller falleció el día 11 a las 12 pm” (Comité de la Colectividad Israelita, Exposición de los muchos atropellos contra instituciones e individuos de la colectividad israelita, en donde se detallan otros 51 casos).

Y, por si no quedó claro de qué se trató la Semana Trágica:

Aquí se trató de una acción políticamente organizada, de un pogrom policialmente consumado contra nosotros, por el hecho de ser ‘rusos’… De ‘maximalistas’ nos tildan a todos, sin diferencia, al pobre o al rico, al anciano o al joven, a sionistas y socialistas, a progresistas, reaccionarios, bolicheros y comerciantes, ya sea a trabajadores, a estudiantes o artesanos...

Jinetes arrastraban a viejos judíos desnudos por las calles de Buenos Aires, les tiraban de las barbas… y cuando ya no podían correr al ritmo de los caballos, su piel se desgarraba raspando contra los adoquines, mientras los sables y  los látigos de los hombres de a caballo caían y golpeaban intermitentemente sobre sus cuerpos” (entre otros relatos de horrores) (José Mendelson, El pogrom en Buenos AIres).